miércoles, 2 de abril de 2008

¡El pasado ha muerto! ¡Viva el pasado!

El advenimiento de La Soraya y la presentación en sociedad de sus sorayos parece que no han sentado bien según donde. Desde luego no ha sentado bien a los preteridos ante el empuje de la ¿nueva? guardia pepera, tocada hoy por el glorioso y cuasi divino dedo de Don Mariano y por el de su fiel escudera. Por aquellos lares hay quien no acaba de digerir cómo unos advenedizos, unos novatos, le pasan por la derecha (¿o será por el centro?) sin más combustible que el dedazo del Jefe. Sí, sí el mismo dedazo que los puso a ellos en las listas pero, seamos sinceros, no se ve de igual modo el dedo que nos favorece que el que nos perjudica, el que nos encumbra que el que nos relega ¡aunque sea el mismo! La misma turba burocrática parasitaria que veía con amorosos ojos el sistema que los encumbró, hoy denosta el mismo sistema que los margina en favor de otros, tan parásitos, tan burócratas cómo ellos, pero que ahora, hoy, han sido tocados por el mismo dedo que a ellos –“los veteranos, los que nos batimos el cobre”- ingratamente los relega al olvido. Deben estar pensando por qué no les repugnó ayer ese sistema, por qué con su silencio y su desvergüenza lubricaron la máquina que, más pronto que tarde, lo saben, los triturará mientras los otros sonríen desde unos despachos, unos coches, unos cargos que no merecen ¡Mi tessssssoro! Olvidan, claro está, los cadáveres que la máquina –entonces era su máquina- dejó por el camino cuando los que hoy torpemente descienden trepaban con felina agilidad. Se olvidan porque entonces todo era felicidad, todo era amor hacia el Jefe, el líder carismático que quitaba y ponía… y que a ellos les ponía –en sus diferentes acepciones-. Y hoy llega la hora del cualquier tiempo pasado fue mejor. Y los otros, los sorayos, sonríen desde su triunfo: “esta es nuestra renovación, esta es nuestra máquina”. Distintos perros y un mismo collar: la misma cobardía, la misma indecencia, las mismas malas intenciones, las mismas mentiras: son los hijos del sistema. ¡El pasado ha muerto! ¡Viva el pasado!

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