viernes, 28 de marzo de 2008

Dentro y fuera

Sí, ya lo sé, el título de esta entrada parece de Barrio Sésamo:

- Hola amiguitos, soy Coco, y os voy a mostrar la diferencia entre estar dentro y estar fuera.

Sí, sí, es algo así. Hay quien gusta de los lugares comunes y éste es uno de ellos: desde dentro las cosas se ven distintas o desde dentro no puedes decir lo mismo que desde fuera. Si desde dentro te comportas como si estuvieras fuera… ¡pues tienes muchas posibilidades de dejar de estar dentro!

No conozco muchos políticos, la verdad, pero casi todos comparten el discurso del dentro y fuera:

- Ya, ya, si tienes razón pero es que desde dentro no puedes decir según qué cosas. Ya, si es verdad, pero es lo que hay…

Ese es el discurso dominante. Bueno, ese y el de “es que fuera hace mucho frío”.

¡Coño! ¡Pues fuera está la inmensa mayoría de los ciudadanos que te pagan el sueldo a ti y a todo tu partido! Es cierto que esto del frío no se nota cuando no se conoce el calor de la moqueta, ni la comodidad del asiento trasero de un Audi (pagado, eso sí, por los que pasan el frío que nos queremos evitar, claro). Así que es humanamente entendible el apego al sillón y el natural desapego a la defensa de aquello que pueda hacerlo peligrar. Pero que sea humanamente entendible no significa que ese tipo de actitudes no sean moralmente reprobables, porque lo son.

Y hablando del dentro y fuera, el espectáculo que estamos observando en el PP -desde fuera- es absolutamente lamentable: los cuchillos llevan meses afilados pero nadie se atreve a dar un paso al frente. Bueno, nadie, nadie, no. Ayer se conoció que una militante de base –Cristina Castro, creo- se postulaba como candidata a la presidencia del partido. Vale, que era un poco friki, ¡pero se montó la mundial porque se había atrevido a postularse! ¡Y encima tiene el descaro de enfrentarse a Federico! ¡A Don Federico! ¡A eso no se atreve ni Rajoy! Y llega una Doña Nadie y le canta las cuarenta en La Mañana.

¡Intolerable!

¿De verdad era intolerable? ¿A este nivel de degradación moral hemos llegado que una persona normal no tiene ni el derecho a dar un paso al frente sin que se la tache con todo tipo de calificativos? Pues sí, hasta este nivel hemos llegado. A esta militante del PP se le ha dicho que buscaba sus diez minutos de gloria y que cómo se atrevía a algo que ni La Lideresa –Dios la guarde muchos años- era capaz de encarar. Vamos, que cómo desde su nadiedad política se planteaba una misión que ni siquiera estaba al alcance de los más altos Barones y más temidas Duquesas.

Y es que al final esa nadiedad da para mucho. Ese “no tener cargo que defender”, permite mucha libertad a cuantos no viven del voto y el dinero ajenos y se ganan la vida honradamente. Lástima que, cuando se empieza por aceptar que la democracia interna de los partidos es “uno de los chistes más graciosos del ordenamiento jurídico”Girauta dixit-, se termine por criminalizar a quien no se ha enterado que el ordenamiento jurídico, en general, y la Constitución, en particular, no tienen más valor que el que se les quiera dar desde el poder. Y el poder, no nos engañemos, está hoy en los partidos.

Puede ser que llegue el día en que la tortilla dé la vuelta.

O puede que no.

OTROSÍ DIGO. Federico, muy mal. Puedo hasta llegar a compartir tu amor –político, se entiende- por Espe, pero esa incondicionalidad hacia ella, es digna de mejores causas. La Lideresa prometía pero hoy sólo cobardea en tablas. Como el resto de la ganadería, todo sea dicho, pero las mayores decepciones nacen de las más altas expectativas. Y con Espe, las expectativas eran –se ve hoy- demasiado altas.

jueves, 27 de marzo de 2008

Respondiendo a Moragas

Ayer fue día de asueto en esto de escribir y me dediqué a cambiar el diseño del blog.

Lo normal en un novato en esto del bloguerío: uno empieza creyendo que de lo que se trata es de escribir y luego se da cuenta de que puede ponerle lacitos y pamplinas a su blog y se deja el tiempo en esta clase de chorradas.

Era uno de esos días en los que no tienes nada que decir, esos días en los que sólo se te ocurre acordarte de lo mucho que hay que mejorar y lo poquito que uno puede hacer. Kennedy dijo aquello de “no preguntes qué puede hacer América por ti; pregúntate qué puedes hacer tú por América” y, ante tan abrumadora responsabilidad, hice lo que corresponde a cualquier español: dedicarme a lo fácil y mejorar el diseño de mi blog que para eso es mío y puede hacer con él lo que quiera. Y lo peor es que lo mismo no ha mejorado. Bueno, algo sí: hoy he incorporado una lista de enlaces y en ella iré recogiendo las páginas que me parezcan más interesantes. Espero que sea útil.

Lo cierto es que ayer no tenía ni idea a qué dedicar unas líneas y que tampoco el panorama daba para mucho. Entre la sopa de ministrables y el filete que llevan encima los del PP, ¿de qué iba a escribir? ¿De las lumbreras que se postulan para ocupar las carteras ministeriales? ¿De por qué Rajoy cada vez se parece más a Wally? Está todo muy visto, muy dicho y muy escrito como para venir uno a decir algo que no se haya visto, dicho o escrito.

Hoy la cosa cambia y, como es de esperar, el cambio es por casualidad. He descubierto el blog de Jorge Moragas y su apuesta por un cambio de registro en el PP a cuenta de la derrota electoral de su partido. Sinceramente, no sé exactamente a qué se refiere el diputado Moragas: si a cambiar de registro para parecerse a los que ganan las elecciones o a cambiar de registro para cambiar la sociedad y ganar elecciones. Me da a mí que se inclina más por lo primero que por lo segundo pero, a decir verdad, estoy convencido que el mochilero Moragas terminará haciendo desde su escaño de hoy lo mismo que hizo desde el de ayer: lo que le manden… no vaya a ser que no repita, que de diputado –aunque sea en la oposición- se pasa muy bien, y si no que se lo digan a Michavila.

Moragas tiene, en mi opinión, las ideas muy claras: primero seguir en el machito y segundo, si puede ser, que la próxima legislatura el machito esté en algún despacho de la planta noble de algún Ministerio. Esas deben ser las ideas claras a las que se refería el PP en la campaña electoral y a algunos esa clarividencia los hace traslúcidos. Ya dije hace días –por cierto, antes de las elecciones- por dónde creía que debía ir el PP y que era importantísima la regeneración de la derecha para la, a su vez, imprescindible regeneración de España. Lo dije entonces y me ratifico ahora. La política debe tener como objetivo cambiar la sociedad para mejorarla, no adaptarse a ella para que mejore el que ejerce de político. La solución del PP no está –sólo- en un cambio de registro: es imprescindible un cambio en las personas y eso hoy es simplemente imposible. Si Rajoy se va, será sustituido por otro igual. Posiblemente, peor… salvo que gane las elecciones: entonces sería Dios encarnado a imagen y semejanza de lo que fue Aznar.

No me resisto a copiar parte del texto de Moragas para comentarlo:

No creo tanto en un cambio de nombres como en un cambio de registro en el discurso y en la forma de presentarnos a la sociedad.

Lógicamente no cree en un cambio de nombres, no vaya a ser el suyo uno de los que cambien y no vaya a dar la casualidad que el Jefe piense que se refiere a él. Habla de un “cambio de registro en el discurso y en la forma de presentarnos” y esto lo dice justo después de perder unas elecciones y tras cuatro años de ser derrotado en las anteriores. Esto lo dice alguien que era diputado antes de las elecciones del 9 de marzo y que lo será en esta legislatura. Vamos, que no pudo decirlo antes, el pobre. Pero eso sí, cree que hay que cambiar pero sin cambiar. De vergüenza ajena.

Tenemos que salir al encuentro de los demás. Estamos obligados a hacer un esfuerzo para adaptar el partido a una nueva sociedad, que nos guste o no, ha preferido votar a Zapatero.

Sí, efectivamente, el PP debe salir al encuentro de los demás para evangelizarlos, para convencerlos de que su programa es el adecuado, de que sus ideas son las mejores y de que quienes las van a defender no tienen más objetivo que mejorar la vida de los demás. Es cierto que para ello es necesario tener ganas de trabajar y hablar con la gente, es preciso tener ideas y programa y, sobre todo, hay que ser completamente distinto a como son la mayor parte de los dirigentes y cabezas visibles del PP, incluido Moragas. Porque si no, esta sociedad, que ha preferido a Mister Zeta un día después de preferir a Chikilicuatre seguirá sin darles su voto y, cabe la posibilidad, de que muchos de los que un día les votaron se harten de llevarse la mano a la nariz cada vez que ve la calaña de los personajes a los que no tienen más remedio que votar.

El cambio de registro es más fácil si se hace desde la regeneración que desde la continuidad. Debemos mirar con humildad la realidad para abordar con mentalidad ganadora el futuro.

La mejor lección de humildad que se podría dar a la sociedad es considerar que cabe la posibilidad –remota, Moragas, remota- de que uno mismo puede ser la causa del problema. ¿Dónde está la humildad cuando a priori no se cree en un cambio de nombres y, sin embargo, se entiende necesario un cambio de discurso? El discurso no es un producto de la generación espontánea, sino de unas personas determinadas persiguiendo un objetivo también determinado. La regeneración pasa por una redefinición de los objetivos e implicará –ley de vida- una renovación de las personas.

Nos enfrentamos en un mundo postmoderno (sic) en donde la máscara predomina sobre el contenido. Podemos seguir despreciando el poder fascinador de la superficie o podemos asumir de una vez por todas que la mascara también pude ser el espejo del alma. El cambio de registro consiste en entender que la imagen y la actitud no son un simulacro de la verdad sino un vehiculo para multiplicar el mensaje. No se sacrifican los principios ni los valores porque no conozco mejor forma de defenderlos que ganando las elecciones.

Si no fuera porque Moragas ya se ha ocupado en dejar bien claro a qué se refiere, estaría completamente de acuerdo con este párrafo. Sin duda, no se puede despreciar el valor de la imagen y más en un mundo en el que la palabra tiene cada vez menos valor pero, aceptando el diagnóstico, no comparto el pronóstico. La imagen se crea y las ideas, la verdad, se comunican. La imagen no debe ser una máscara espejo de la verdad, la imagen debe ser la verdad misma. Sólo las malas ideas, las mentiras, no pueden ser defendidas sin máscara y sólo quien no cree en las ideas que dice defender, o en el receptor de las mismas, puede considerar necesaria una máscara. Si no cree en ellas, porque no querrá que se le note; y si no cree en el receptor, porque piensa que enmascarando sus ideas, podrá engañarle. Sin duda, y de eso saben mucho en la izquierda, es más fácil mentir que convencer: una persona honrada debería preferir perder a mentir. Las ideas se defienden mejor desde la decencia que desde el poder.

El principal inconveniente de la verdad es que es irremediable. Quien cree en ella, la afronta. Quien no, la enmascara.

Y ahí está el problema de la mayor parte de los políticos: su verdad es inconfesable.

¿No es eso, Jorge?


OTRO SÍ DIGO. Me enteré ayer de la publicación del último libro de Pablo de Molina, un auténtico monstruo, liberal de l a l y que, como pocos, sabe mezclar el humor y el pensamiento político. Como digo, el libro acaba de salir y, por el momento, sólo he visto el vídeo promocional. No tiene desperdicio.

martes, 25 de marzo de 2008

Sobre la democracia

Pues resulta que yo no creo en la democracia que pretenden vendernos. No me lo creo, oiga. Eso de que el pueblo siempre tiene razón no me lo creo, lo siento. Lo políticamente correcto es decir eso: que uno es mú’demócrata y que, si el pueblo lo ha querido, pues es lo correcto y lo que conviene. Pues no, yo no estoy de acuerdo.

Y esto viene a cuento de un artículo de Antonio Casado que acabo de leer en El Confidencial o, mejor dicho, a cuento de su último párrafo:

El candidato es José Luis Rodríguez Zapatero. "El peor presidente de la Democracia", según el propio Rajoy. De lo que se infiere que Rajoy ha sido incapaz de ganar al peor presidente de la Democracia, según un ocurrente bucle retórico del colega Javier Caraballo. La ocurrencia de Caraballo nos advierte de las dificultades del líder del PP para articular un discurso creíble durante los cuatro años de la Legislatura que nos espera ¿Cómo mantener la reprobación permanente del adversario que le acaba de derrotar en las urnas? Esa línea le condujo a la derrota electoral. Y si la suaviza tendrá que estar desmarcándose de sí mismo continuamente. Un dilema para Rajoy.

Yo creo firmemente –y ya lo dije otro día- que Mister Zeta, no sólo es el peor presidente de la democracia, es casi el peor gobernante español desde Godoy y que, con cuatro años más de gobierno, le podremos quitar el casi e igualarle en maldad a sus conmilitones de la II República: Largo Caballero y Negrín. Sí que se puede afirmar, sin ningún género de dudas, que hoy Mister Zeta es el peor gobernante de la Historia contemporánea de España, si exceptuamos a los que, como él, también eran militantes del PSOE. Es mi opinión, mi verdad, y por tanto, no está sujeta a plebiscitos.

Esto sé que es difícil de comprender a los –hoy muchos- apóstoles del pensamiento único, pero la verdad no está sujeta a la democracia. Por mucho que la mayoría de los españoles -¡o de los habitantes de la Galaxia!- decidan aprobar por mayoría que dos más dos son cinco, dos más dos no dejarán de sumar cuatro. No hay duda de que habrá que convencer a tanto patán de que el resultado de la suma de dos más dos es cuatro y no cinco pero, se convenzan o no, no variará el resultado. Pues con esto de Mister Zeta ocurre lo mismo: por más que haya ganado dos elecciones, seguirá siendo un pésimo gobernante.

Cuestión distinta es que tengamos que aceptar que la mayor parte de los españoles no compartan esta opinión pero, pretender la infalibilidad del veredicto de las urnas es, además de estúpido, obsceno. Las elecciones son –y tengo mis dudas al respecto- el menos malo de los métodos para elegir gobernantes, pero poco más. Elevar a la categoría de dogma el resultado de una votación no es sino un ejemplo de totalitarismo que sólo cabe en la mente de quien se considera con poder suficiente para manipular a la masa e imponer sus criterios a ésta. La democracia así entendida lleva a la contingencia de la moral, al relativismo hoy imperante, al todo vale cuando hay más votos a favor que en contra y a la aniquilación de la disidencia y el pensamiento libre. ¿Vamos hacia allá? Es posible. Si el único objetivo del PP es llegar al poder, es muy probable que, no sólo no logre alcanzarlo, sino que en el camino se haya dejado cuanto merece la pena para muchos de los que lo votamos.

La izquierda, como corriente política, carece de moral. Es una ideología hedonista y con un objetivo claro: alcanzar el poder y mantenerlo. Por tanto, cuanto conduzca a alcanzar su objetivo será válido: es igual asesinar a terroristas o negociar con ellos, subir que bajar impuestos, cumplir la Ley que no cumplirla, dar libertad que quitarla. ¿Qué dicen las urnas? ¿Asesinar? Se asesina. ¿Negociar? Se negocia. ¿Hemos ganado las elecciones? ¿Gobiernan los nuestros? Pues p’alante. Simple pero eficaz. La izquierda no actúa nunca contra su moral porque carece de ella: es completamente amoral. De ahí que no tenga más criterio que el que resulte de la aritmética electoral.

La derecha es otra cosa. El primer inconveniente que se le plantea es su propia esencia porque, a este lado del río, hay de todo: desde liberales a conservadores, de democristianos a nacionalistas. Un batiburrillo ideológico difícil de gobernar y en el que, sin existir una moral única, sí que existen diversas variantes de la moralidad de tradición cristiana aunque, todo sea dicho, estas discurren desde la práctica amoralidad a la moralidad más estricta. De ahí que no sea extraña la apelación a la moralidad o inmoralidad de los actos de gobierno por parte de políticos de derechas. De ahí también que sean los políticos con menos escrúpulos morales –y, por tanto, más parecidos a sus adversarios de izquierda- los que logren hacer carrera en la derecha. De ahí, finalmente, que haya quien asuma que la derrota en las urnas debe ser considerada como una derrota de los valores y principios y, en definitiva, del mensaje de la derecha y que, no sean pocos los que, emulando a Marx –Groucho Marx, el gran pensador- no tengan reparos en pronunciar aquello de “estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros”.

Si el análisis de las elecciones se hace en los términos que nos pretenden vender los apóstoles del pensamiento único, el PP no sólo tendría que cambiar, sino que debería convertirse en un partido lo más parecido al PSOE. De hecho, lo más sensato sería que se disolviera y sus hoy militantes se afiliaran al partido de los ganadores y de los poseedores de la verdad democrática. Estúpido, ¿verdad? Pues de eso se trata: de crear una sociedad a imagen y semejanza de la nada pero con televisores de plasma y casas para todos a pagar en dos cómodas vidas.

Asumir que la democracia, que el acto electoral, quita y da razones es la mayor perversión del sistema. Aceptar la perversión y adaptarse a ella, la mayor inmoralidad.

lunes, 24 de marzo de 2008

La zodiac

Ya estoy de vuelta.

La Semana Santa me ha permitido olvidarme de Madrid y de lo que se nos viene encima. Las vacaciones sirven para poner distancia y desde allí se ve claro que si Mister Zeta y sus secuaces no pudieron hundirnos en sus primeros cuatro años de ensayos, tampoco lo conseguirán ahora. Pero el miedo es libre y los que sobrevivimos a la anterior legislatura en una zodiac tenemos suficientes motivos para temer que pueda llegar el tsunami definitivo. Por ahora, mal que bien, flotamos, y tal como están las cosas, no es nada despreciable. Esa es la ventaja de ir por ahí en una zodiac: con poco se mantiene uno a flote. Y en eso estamos.

Lo cierto es que, a pesar de que ha transcurrido muy poquito tiempo desde que empecé a escribir este blog, me siento iniciando etapa. Comencé a escribir en un momento en que todavía existía una –pequeña- esperanza de cambio y arranco hoy con el ánimo de quien ha perdido una batalla pero se siente con fuerza para continuar la guerra. Una guerra que hay que ganar y que se terminará ganando… o no. Pero que no voy a dar por perdida. Parafraseando a la insigne Maleni: antes partío, que doblao. Y por ahí irán los tiros. Es difícil ir contracorriente en una zodiac, pero sin embargo, es una buena manera de contemplar el hundimiento de un Titanic que lleva una larga temporada poniendo proa al iceberg del desastre, mientras la mayoría del pasaje baila al son de unos violines que -cree- no dejarán de sonar.

Hasta que callen definitivamente.

Han sido muchos los que desde cubierta han advertido que el rumbo del barco no es el adecuado. Muchas han sido las señales que indican que la fiesta se acabó, que hace tiempo que sólo se sirve garrafón y que, además, hasta el garrafón se está acabando. Aún así, el capitán ha sido confirmado en el puesto de mando por la mayoría del pasaje. Lo que no saben es que este capitán, a diferencia de Edward John Smith, no se hundirá con la nave: ya tiene reservados para él varios botes.

Tenemos por delante cuatro años de navegación precaria pero, al menos en mi caso, seré yo quien elija los valores y principios que me acompañen, sin más preocupación que evitar que la fuerza de succión del hundimiento arrastre mi zodiac. Y si la zodiac se escora, lo hará hacia donde yo la lleve. Sin duda lejos de cuanto apeste a socialismo o a equidistancia, porque a este que aquí escribe le repugnan una cosa y la otra.

viernes, 14 de marzo de 2008

Otra de tribunales

Gregorio Peces-Barba, quien fuera Presidente del Congreso y, no ha mucho, Alto Comisionado de Mister Zeta para no se sabe qué con las víctimas del terrorismo, nos ha ofrecido un nuevo servicio en el campo en el que más ha destacado profesionalmente: la enseñanza del Derecho. Ayer dio una lección magistral a quien quiso oírle y dejó bien claro el valor de una sentencia de un Tribunal Superior de Justicia cuando no se ajusta a los deseos del PSOE: zero zapatero. Lo tiene muy claro el Doctor Peces-Barba: “esta sentencia va a durar menos que un pastel a la puerta de un colegio”. Y lo sabe de buena tinta: bastará con que llegue al Tribunal Supremo para que Sus Señorías hagan el trabajo que se les ha encomendado. Y si el Tribunal Supremo falla, que no fallará, ¡pues para eso está el Tribunal Constitucional! Esa sentencia está ya condenada, y con ella, el derecho de los padres a impedir que sus hijos sean aleccionados en la amoralidad de la progresía. Este es el Estado de Derecho de los amigos de Zeta y esta es la Justicia que nos espera. Ayer fue el TC y hoy es Peces. Y después dirán que la Justicia está desprestigiada. La que está desprestigiada es la sociedad que tolera tanta ignominia y mira hacia otro lado.

OTROSÍ DIGO. Me alejo de la red y del mundo durante una semana. Felices vacaciones a todos. Nos vemos a la vuelta.

jueves, 13 de marzo de 2008

Una más del Tribunal Constitucional

Están que trinan, ¿pues no va y resulta que el Tribunal Constitucional ha admitido la recusación de dos de sus miembros? Sí, sí, han admitido la recusación en el recurso contra la reforma de la Ley Orgánica del TC y todo porque tuvieron la ocurrencia de trasladar a un papel su opinión. La recusación se admite justamente por eso: porque pusieron negro sobre blanco aquello en lo que pensaban, no porque lo pensaran. A ver si me explico: que estos dos magistrados estuvieran en contra de la reforma en cuestión, no parece un inconveniente. Lo inconveniente es que vayan y lo escriban. Es decir, el prejuicio no es un obstáculo, el obstáculo está en la manifestación escrita del prejuicio. Y entiendo que esto es así porque si el prejuicio fuera un obstáculo, el TC al completo debería abstenerse en todos y cada uno de los asuntos que se le plantean en los que esté en juego el interés del Gobierno o de uno o varios partidos políticos. De todos es sabido que, en este tipo de asuntos, los magistrados del TC votan según el hierro que los marca: los de la ganadería progresista por un lado y los de la ganadería conservadora por otro. Vamos, que no andan precisamente ligeros de prejuicios. De ahí que de antemano se pueda asegurar qué va a votar cada cual antes incluso de que se haya planteado un recurso o una cuestión. Lo que diga la Constitución es lo de menos, porque ya se las arreglara la mayoría (progresista o conservadora) para que la sentencia o el auto se ajuste a lo que a su respectiva ganadería convenga, con más o menos maquillaje jurídico, pero se terminará haciendo lo que al amo interese. Por eso digo que el problema no puede ser el prejuicio. Cualquier persona medianamente informada sabe qué iban a votar los dos magistrados hoy recusados y no porque ya lo hubieran manifestado con anterioridad, ni porque resultara evidente el sentido de su voto a la vista del recurso concreto. Cualquiera lo habría sabido porque estos dos eran de la ganadería del PP y su opción de voto era clara desde que los nombraron. Y cualquiera sabe también qué van a votar los magistrados de la ganadería del PSOE, con independencia de las razones jurídicas que esgriman, que eso, como todos sabemos, es lo menos importante.

El TC es muy previsible: sus magistrados están tan marcados como la baraja de un tahúr. Constituye uno de los muchos monumentos levantados a mayor gloria de la idiocia colectiva. Esto que llaman régimen democrático, no es sino un gran constructor de monumentos a la estulticia, un creador de instituciones que no tienen más objeto que sostener la mentira sobre la que se basa el sistema y el TC es, precisamente, uno de esos monumentos, una de esas instituciones que sostienen la falsedad que nos rodea y que entre todos los parásitos del régimen alimentan. Pero, sin embargo, sus actuaciones, su desvergüenza, no han motivado el asalto del Tribunal por los damnificados (todos), como si de la Bastilla se tratara; a pesar de todo, se siguen respetando pacíficamente sus decisiones, prueba evidente de que el trabajo de destrucción de la sociedad civil, de alienación del ciudadano, ha sido el adecuado. Si no fuera así, ¿cómo es posible que todavía se mantenga en pie esa cueva de los cuarenta ladrones que es el TC? ¿Cómo es posible que se sigan acatando las decisiones de esta pandilla de sinvergüenzas con puñetas? ¿Cómo es posible que a quien critique al TC se le tache de actuar en contra de las instituciones? Las instituciones, señores, no se merecen más respeto que aquél que con el servicio a la sociedad sean capaces de ganarse y quien exige respeto a una institución corrupta participa sin duda de su propia corrupción. Ese es el problema: todos saben qué hay dentro del TC, la inmundicia que encierra, pero todos son parte de esta podredumbre y subsisten gracias a ella. El TC no es muy distinto del resto de las instituciones.


OTROSÍ DIGO. Pepiño Blanco es tan zote que ni votar sabe, mirad, mirad, no sabe ni dónde hay que meter cada sobre ¡Y este tío va a ser Ministro! Luego que digan que España no es una gran nación. Si no fuéramos una gran nación anda que íbamos a poder soportar tanto inútil mandando… ¡y durante tantos siglos! Pepiño, desgraciadamente, no es la excepción en este tierra de conejos.

miércoles, 12 de marzo de 2008

Rey puesto

La entrada de ayer comenzaba con una cita del que, en mi opinión, ha sido el político más brillante del S. XX: Winston Churchill. Y la cita era casi premonitoria: a Rajoy tendrán que matarlo más veces.

Quien ayer por la mañana era un cadáver al que ya habían aplicado la extremaunción los medios supuestamente afines, resucitó al ritmo del martilleo de los clavos que sellaban su ataúd. El Rey muerto despertó de su catalepsia y lo que ayer por la mañana eran lanzas se tornaron de nuevo cañas y la enorme desnudez del Rey se vio nuevamente cubierta con ropajes dignos de su majestad a los ojos de sus –otra vez- súbditos .

Tendrán que matarlo más veces… si se atreven. Porque si hay algo que caracteriza a la raza política es su cobardía. A moro muerto, gran lanzada. Ahora bien, si el moro vive, cuidado, cuidado, no vaya a ser que se defienda. Y en eso están. Desde que Rajoy dio signos de no dejarse enterrar, la cofradía que manda en el PP tardó segundos en gritar “¡Viva Rajoy y la madre que lo parió!” Y de nuevo un sincero “¡Que bote mariano! ¡Que bote Mariano!” pudo oírse en la calle Génova.

Es evidente que no era un problema de nuevas ideas, ni era una cuestión de que los principios e ideas que se presume inspiran al PP pudieran ser mejor defendidas por otra persona. No, era un problema puro y simple de poder. Ninguno de los que enterraban a Rajoy pretendía otra cosa que alcanzar el poder en el partido y por sus hechos los conoceremos: de cuantos ayer entendían –y expresaban por boca de sus periodistas de confianza- que Rajoy tenía que hacerse a un lado, no habrá uno solo que se enfrente al resucitado en el próximo congreso del PP. Ni uno. Todos tienen mucho que perder como para arriesgarse a derrocar al monarca... y fallar en el intento.

¡Cuánta miseria!

Y mientras tanto, Rajoy se ríe. Rey puesto.

martes, 11 de marzo de 2008

Rey muerto

“La política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra sólo se muere una vez”.
Winston Churchill.

El panorama de la política es ciertamente desolador. Hace unos días, Mariano Rajoy era la esperanza de la derecha española; sí, sí, la misma derecha que está tan poco segura de lo que es y representa que se empeña en llamarse centro y hasta centro reformista. Pues bien, todavía no han pasado cuarenta y ocho horas del recuento y el que fuera gran esperanza –el padre de la niña- se ha convertido en problema y ya tiene el ataúd preparado. Las cañas se tornan lanzas y el que era el más elegantemente vestido emperador hoy se muestra desnudo ante el mismo séquito que hasta ayer admiraba sus ropajes y lo adoraba ciegamente. Esta es la política: de aquél haz click por Rajoy, porque te gustan los hombres con barba, al haz click por Rajoy para que se abra la trampilla bajo sus pies y la soga electoral cumpla con su deber. Nunca fue tan premonitorio aquel “¡Que bote Rajoy!¡Que bote Rajoy!” que gritaba la noche del día 9 la masa popular concentrada en la calle Génova. Y hoy en el PP y en los medios considerados afines están en eso: en que Mariano bote y deje paso al siguiente ¡que corra el escalafón! ¡Más madera! Es lo que tiene la política cuando, en vez de hacer el esfuerzo de elevarse sobre las miserias humanas, prefiere mezclarse, confundirse con ellas. Es la política convertida en quintaesencia de los más bajos instintos, la que no tiene más verdad que alcanzar el poder y que quita o da razones en función del número de votos que se obtienen. La política de la contingencia, del todo vale. Esa política a la que todos juegan hoy y que se exhibe desnuda de ideas sólo es útil para fabricar víctimas y la última –hasta mejor ocasión- parece que se llama Mariano Rajoy.

Los partidos no son organizaciones destinadas a facilitar la expresión de los intereses políticos de los ciudadanos. Hoy son maquinarias con un único objetivo: alcanzar el poder ganando elecciones. Abandonada la lucha ideológica, vaciada de contenido la política, los partidos son ejércitos al servicio de una oligarquía sin más horizonte que vencer en las urnas. Poco importan los méritos de esa oligarquía, sus valores, sus principios, si se logra el objetivo de vencer. Y poco importa esa oligarquía si no se logra un voto más que el contrario. Aceptada esa dinámica por quienes alcanzan las posiciones de privilegio, basta con que el electorado no acompañe para que los cadáveres yazcan esparcidos por el suelo. Lo más triste, sin embargo, no es la muerte, lo más triste es la obra que queda y que casi siempre se resume en nada. Tras cuatro años en la oposición y ocho años en el Gobierno, ¿qué quedará de Rajoy? Nada. Esa nada que envuelve la política es la que hace y mata reyes ante la mirada ovina de la masa.

Esa es la indignidad de la política: Chiki-Chiki y Requiem.

lunes, 10 de marzo de 2008

Mister Zeta baila el Chiki-Chiki

Mister Zeta ha vuelto a ganar y, salvo milagro, seguirá ocupando La Moncloa hasta las próximas elecciones generales. No queda más remedio que mirar hacia delante y reclamar la buena suerte que nos deseaba el afortunado al final de sus debates con Rajoy.

Se acabó el tiempo de las promesas. Hoy todos en el PSOE ven asegurado su pan por otra buena temporada.

También Rodolfo Chikilicuatre.

Hay quien se indigna porque un payasete de tres al cuarto, ataviado con un tupé y una guitarra de los chinos, vaya a representar a España en el Festival de Eurovisión. Muchos de los indignados, estoy seguro, votaron a Mister Zeta, otro chiquilicuatre, pero con un agravante: Zeta, a diferencia de Rodolfo, no actúa, es realmente así. No necesita una guitarra de los chinos para resultar cómico, ni más gogós que sus ministros. Y no nos va a representar en Eurovisión. Hará el ridículo igual que Rodolfo pero en foros en los que nos jugaremos bastante más que en el dichoso Festival.

A uno y a otro los ha elegido el pueblo. Uno y otro son la demostración de que el error es el más democrático de los actos: no hay nada que una más y que sea más fácil de alcanzar por una mayoría. Mister Zeta y Rodolfo son la personificación de la democracia, la prueba fehaciente de que todavía queda humor en España. Lástima que muchos de los que nunca hubieran dado su voto a Rodolfo Chikilicuatre no tuvieran reparo alguno en dárselo ayer a Mister Zeta... para que siga bailando el Chiki-Chiki.

¿Democracia? Festival del humor.

viernes, 7 de marzo de 2008

La niña de Felipe

Hoy se acaba la campaña y, salvo sorpresa, la suerte está echada. Digo salvo sorpresa porque ayer recibí un SMS en el que se decía que Mister Zeta había pactado la rendición de ETA y que ésta se haría pública entre hoy y mañana. Sinceramente, me cuesta mucho creer estas cosas pero, de este tipo que tenemos alojado a cuerpo de rey en Moncloa, se puede llegar a creer cualquier cosa. Para mí que este SMS tiene la misma credibilidad que los orgasmos de Zerolo, pero cualquiera sabe… Lo único cierto es que la campaña electoral está casi finiquitada y, en mi opinión, si para algo ha servido, ha sido para consolidar la tendencia a votar a la contra. Ni Mister Zeta ni Rajoy pueden ilusionar a nadie con un mínimo de espíritu crítico, más bien lo contrario, pero las cosas están así. El próximo domingo habrá que elegir entre lo malo conocido y lo –espero que menos- malo por conocer. No hay más cera y, aunque la hubiera disfrazada de UPyD o Ciudadanos, no es momento para experimentos si el objetivo es desalojar al peor Presidente de la todavía joven democracia española. Hay quien dice que es el peor gobernante desde Godoy pero, basta recordar a Largo Caballero o Negrín para darnos cuenta de que, siendo Godoy uno de los grandes traidores de nuestra Historia, un traidor de la misma talla de Mister Zeta, los antecesores republicanos de éste –y lo que es peor, espejos en los que le gusta mirarse- fueron todavía peores. Cuatro años más de Gobierno de Mister Zeta pueden perjudicar aún más su –ya de por sí- baja calificación pero por nuestro bien espero que la Historia sólo tenga que juzgarlo por los cuatro años ya transcurridos.

Por lo demás, la estupidez electoral del día se la voy a reconocer a Carme Chacón. Sí, sí, la que dicen que es Ministra de Vivienda y que en su día fue Vicepresidenta del Congreso. Esta misma que ayer tuvo la ocurrencia de decir que ella es la niña de Felipe González y que, todo lo que hoy tiene, lo ha logrado gracias a él. Bien, seamos serios, todo lo que hoy tiene esta individua lo tiene gracias al PSC y, supongo, gracias a un denodado esfuerzo por medrar en los despachos de la calle Nicaragua.

La candidata del PSC dice en su web que ha ejercido como profesora de Derecho Constitucional en la Universidad de Gerona. Pues estaría bien saber cuándo, durante cuánto tiempo y en base a qué meritos. No, no hace falta que lo diga, ya sabemos la respuesta: hace mucho, durante muy poco y por ser miembro (o miembra en lenguaje igualitario) del PSC. Lo curioso es que semejante ejemplo de política de cuota no tenga el más mínimo problema en decir que ella es la niña de Mister X cuando, por su edad, ni sufrió la LOGSE felipista, ni pudo beneficiarse de la mayor parte de las políticas educativas de su, hoy y ahora, padre putativo. Ni siquiera tuvo la suerte –que, sin embargo, sí acompañó a otros compañeros y compañeras de mayor edad- de verse beneficiada por una titularidad o una cátedra en alguna universidad pública como le ocurrió a Chaves o tantos otros. Ella, pobre, se tuvo que conformar con que algún compañero o compañera socialista ya situado en la carrera docente le hiciera un hueco a su vera mientras encontraba mejor colocación en el PSC. Poco más o menos como Mister Zeta pero con diez años de diferencia, porque sus carreras parecen calcadas: dos gotas de agua y no precisamente bendita.

De cualquier modo, sí es cierto que nadie podrá quitarle una parte de razón en lo que dijo: todos los que nacimos durante los años 70 le debemos mucho a Felipe González. Unos lo reconocerán y otros no, unos con mayor aprovechamiento, otros con menos, pero, en general, todos pudimos aprender cómo se puede hacer uso de la política como medio de vida, cómo se puede favorecer a la familia desde el poder, cómo es posible vivir en un país con más de tres millones de parados y, además, que todos ellos sigan votando al partido del Gobierno, el PSOE , cómo se puede luchar contra el terrorismo con más terrorismo… pero de Estado, cómo se puede devaluar la moneda tres veces en menos de dos años y que no pase nada, cómo se puede ser ladrón y Director General de la Guardia Civil, cómo se debe hacer uso de los fondos reservados, cómo se puede construir un tren de alta velocidad tres veces más caro de lo inicialmente presupuestado, cómo se puede organizar una trama de financiación ilegal de un partido político (en esto, por cierto, los maestros estaban en el PSC con FILESA y MALESA), cómo se puede arruinar a un país y hacer quebrar a la Seguridad Social, cómo se puede perseguir a la prensa no adicta, cómo se puede manipular los medios públicos, y tantas y tantas otras lecciones de honradez política. Todo ello, enterándose por la prensa.

Felipe González también mostró el camino a seguir a los miembros (y miembras) de la generación nacida en los años 70: ese camino no era otro que el de ocupar el poder a costa de lo que sea, pasando por encima de quien sea y acabar enriqueciéndose gracias al trabajo de los demás. En efecto, fue la cuadrilla de Mister X la que demostró cómo se podía ser socialista de carnet y rico de profesión sin más mérito que la pertenencia al PSOE. Esa lección caló muy hondo en esa generación que alguien llamó Generación X –supongo que por ser la generación de los niños de Mister X- y de la que encontramos ejemplos aventajados en Carme Chacón y, por ejemplo, Leire Pajín, dignas herederas que serán, de los miembros de la generación bautizada por Hermann Tertsch como Generación Tara y a la que pertenecen los Zetas, los Calderas y los Pepiños que hoy sufrimos: ¡A Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre!

Afortunadamente, yo sólo soy el niño de Ángel y Mari Carmen. Papá y Mamá: ¡os quiero!

OTROSÍ DIGO: acabo de enterarme de que han asesinado a un ex concejal del PSOE en Mondragón. Parece que ha sido ETA. Se ve que lo del SMS se confirma tan falso como inicialmente parecía. D.E.P.

Hay que acabar con esta gentuza asesina.

jueves, 6 de marzo de 2008

El guateque

Estos últimos días de campaña electoral están dando tanto de qué hablar que, la verdad, no sabe uno a qué palo quedarse. Aquí andamos entre los orgasmos de Zerolo (entre su marido y Zeta tienen musatisfecho al multiorgásmico concejal) y la frigidez de Fernández de la Vega (que esa cara no puede tener otra explicación, oiga) ante las inoportunas sentencias del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (Chaves dixit). Entre esto, el cabreo del PSOE porque –incomprensiblemente- no le han dejado nombrar al Presidente de la Conferencia Episcopal y el guateque organizado ayer en el Círculo de Bellas Artes a mayor gloria de Mister Zeta, uno se queda con cara de votante del PP –vulgo imbécil- sin saber si salir con bastos o con espadas. Pero la cabra tira al monte y no seré yo quien niegue mi afición al más rancio, subvencionado, desfasado y canonizado artisterío patrio (¡cinco adjetivos, Pepiño!).

Mister Zeta debió acabar ayer dolorido de tantos besos y abrazos como le dieron los artistas canónicos ¡Qué suerte! ¡Cuánto lo quieren! Y Zeta, que les corresponde, explicó por qué: “Sois de los nuestros” ¡Pues claro! El problema es que aquí el menda no entiende que siendo como son de los de Mister Zeta, el sueldo se lo tengamos que pagar otros entres subvenciones y canon. Mí no entender, que diría Montilla. Bien es verdad que, haciendo un recuento de los allí presentes, sólo estaban los de siempre: los antiguos partidarios del PCE, después de Izquierda Unida y, vistas las cosas, hoy de Mister Zeta (que parece que poco provecho van a poder sacar ya de la pandilla de Llamazares). Pues eso, Miguel Ríos, Sabina, Serrat, Ana Belén, Víctor Manuel y algún que otro gran intelectual como Fran Perea o Cristina del Valle (sí, sí, la del te voy a meter mano). Andaba por allí “El Algarrobo”, Concha Velasco, Loles León y una tía que se llama Tina Sáinz que segura será una gran actriz pero que la debe conocer su padre. Y ¡ah!, que no se me olvide, pasaba consulta el futuro Premio Nobel de medicina: el célebre Doctor Montes. Tanta es la fama de este sujeto que ya hay quien propone que el Hospital Severo Ochoa, lugar en el que daba dignísimo matarile este sujeto, sea renombrado cuanto antes como Hospital Doctor Montes. Que dónde va a parar el mérito de Ochoa con el de esta luminaria de las urgencias hospitalarias y su denodada lucha por el digno final del prójimo. En fin, que dice Mister Zeta que este también es de los suyos y que digo yo que es lo normal, que este tío también es un artista: un artista de las sedaciones. Eso sí, a diferencia del resto de artistas congregados en el guateque del Círculo de Bellas Artes, el Doctor Montes no le invitó nadie –ni naide- a dar muestra de sus habilidades en las carnes del resto de los compañeros (y compañeras) allí presentes: no fuera a ser que con aquello de defender la alegría terminara la función con un feliz final al más puro estilo Leganés, que tampoco es plan. El caso es que el pobre se tuvo que conformar con un abrazo de Mister Zeta y no le pudo prescribir ni un valium ¡Con lo nervioso que anda ahora a cuento de las elecciones! No somos nadie.

OTROSÍ DIGO. A juzgar por la foto, la Callas debe estar tan satisfecha como Zerolo.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Del Manual de Pepiño

Rouco, malo.

Repítalo mil veces y, si ha conseguido sacar provecho a la reiteración de este enunciado y ha logrado interiorizar su mensaje, puede que esté preparado para alcanzar el nivel intelectual del más alto prócer patrio.

La consigna es simple, no hace falta más:


Rouco, malo.


Una vez asimilada la evidente maldad del Cardenal y Arzobispo de Madrid, se puede continuar en la profundización del pensamiento progresista y aventurarse a otro tipo de cabriolas intelectuales como las que siguen:


Rouco, conservador


(Dominada la complejidad de esta tesis se puede anteponer el prefijo ultra- al adjetivo conservador con el siguiente resultado: Rouco, ultraconservador).


Rouco, radical.


Rouco, extremista.


La repetición, un número de veces suficiente, de estas -sin duda- complicadas construcciones garantiza a los alumnos y alumnas más aventajados alcanzar el nivel de habilidad dialéctica necesario para poder pronunciar lo siguiente:


“Rouco es un obispo conservador, radical y extremista y con su elección la jerarquía eclesiástica demuestra su conservadurismo, radicalización y extremismo”.


Si se es miembro del PSC, PSE o PSGa, puede aderezarse el anterior enunciado con el adjetivo centralista y su correspondiente nominal:


“Rouco es un obispo conservador, radical, extremista y centralista y con su elección la jerarquía eclesiástica demuestra su conservadurismo, radicalización, extremismo y centralismo”.


Nótese la dificultad argumental y el empleo del término jerarquía, cuyo adecuado uso exige un sobresaliente dominio del lenguaje. Nótese asimismo la complejidad de la pronunciación de tres (¡y hasta cuatro!) adjetivos consecutivos y sus correspondientes nominales.

Créalo, los compañeros y compañeras más aventajados hacen gala de capacidades verbales tan notables que les permiten repetir mensajes como el que acabamos de enunciar a pesar de la enorme dificultad que presenta su dicción.

Persevere y piense que todos ellos, hoy, son ministros y ministras, diputados y diputadas, senadores y senadoras, presidentes y…, bueno, vicepresidentas. Alguno es hasta Molt honorable. Todos viven como usted siempre quiso hacerlo.

Confíe en sí mismo, no se exigen requisitos de titulación, ni experiencia previa. Y no se preocupe por su curriculum: sabemos cómo arreglarlo.

Se valorará favorablemente el carnet del PSOE.

martes, 4 de marzo de 2008

Buena suerte

Mister Zeta acabó el debate de ayer del mismo modo en que lo hizo hace una semana: “buenas noches y buena suerte”. Y se agradece. No me cabe duda de que las buenas noches que nos deseó a los que lo contemplábamos ojipláticos nos reconfortó enormemente. El deseo de buena suerte, aun siendo un detalle por su parte, a mí sin embargo me preocupa, más que nada porque no tengo claro si lo que quiero es tener buena suerte o, por el contrario, preferiría prescindir del azar y que en España todo marchara sin precisar de la intervención de los hados. Es lógico, no obstante que, quien ha construido su vida política sobre la base de la ocurrencia y la buena suerte desee la misma estrella a los demás. El azar es algo tan significativo en la vida de Mister Zeta –y de la mayor parte de quienes le rodean en su partido- que es perfectamente comprensible que se encomiende y, lo que es peor, nos encomiende, a la suerte. Si es buena, bueno, si es mala, ¡ya se nos ocurrirá algo, querido desgraciado!

Lo que sí tiene claro Mister Zeta es que nos conviene tener buena suerte, tanto como a él le convenía la tensión. Cierto: tal y como están las cosas nos conviene mucho y, además, nos hace mucha falta. Nos hará falta suerte, primero, para dar la vuelta a unas encuestas que en su totalidad presentan al PSOE como seguro ganador de las elecciones del próximo domingo. No sería la primera vez que esto ocurre (la última fue en las elecciones autonómicas y locales del pasado mayo) y no es descartable que por enésima vez los petulantemente llamados institutos de opinión tengan que tragarse sus predicciones. Pero, siendo realistas, este es el recurso a la épica: sería como remontar un 5-0 en el partido de vuelta. Difícil, difícil. Pero el partido se juega el día 9 y hasta que no se cierran los colegios electorales no hay nada imposible. Buena suerte pues.

Pero si la demoscopia no yerra, entonces sí, entonces mejor nos encomendamos a la buena suerte porque la situación económica pinta mal y la política pintará aún peor. Mister Zeta es la más letal enfermedad que hemos padecido en España durante décadas. Cuatro años más sufriéndolo nos puede dejar listos para el socialismo bolivariano y, puestos en esta tesitura, toda la suerte será poca. Ahora bien, como ya dije otro día, nos mereceremos cuanto ocurra: lástima de las víctimas inocentes que queden por el camino. Encomendémonos a Zeta.

¿Motivos para creer?

lunes, 3 de marzo de 2008

Regeneración

Esto de escribir un blog es cansado. Hace falta una constancia de la que carezco y, sobre todo, algo de lo que escribir. Hay ocasiones en las que el tema del día te da en la nariz nada más suena el despertador. Otras, sin embargo, es necesario recurrir a las musas ajenas en vista de que las propias se han tomado un (no sé yo si) merecido descanso. Hoy mi inspiración ha surgido tras la lectura de un interesantísimo artículo de Víctor Gago en Libertad Digital en el que, a cuento del apoyo de Vargas Llosa al partido de Rosa Díez, se ocupa de la deserción del PP de la batalla ideológica. El artículo es brillante y el análisis muy acertado por lo que sólo puedo recomendar su lectura a todo el que pase por aquí.

Pese a lo atinado del artículo, Víctor Gago no aborda lo que, en mi opinión, es la consecuencia lógica de la constatación del abandono de la lucha ideológica por parte del PP: la imprescindible refundación del partido sobre unos sólidos cimientos ideológicos que le permitan encarar sin complejos una reformulación del Estado y de la sociedad. Se habla habitualmente de la derecha sin complejos y quizás sea ese el camino. Hace poco Germán Yanke en un artículo publicado en Estrella Digital ponía el dedo en la llaga: abandonada la batalla ideológica el PP “podrá, quizá, reconquistar el poder porque sus adversarios pierdan las elecciones pero, desde luego, no podrá ganarlas”. Y no hay que ser Pepiño Blanco para darse cuenta de que la actual dirección del PP no es la más adecuada para este empeño: demasiado burócrata a sueldo del partido aspirando a dar con sus suelas en la moqueta de un despacho oficial y con su trasero en el asiento homónimo de un Audi del Parque Móvil de los Ministerios. Demasiada morriña por el poder perdido como para darse cuenta de que no sólo desaprovecharon la oportunidad de continuar en la poltrona sino, lo que es más grave, perdieron la oportunidad de explicar y defender un paradigma político muy superior a la socialdemocracia al uso que sólo es comparable con la nada. ¿Dónde está el problema? Desde mi punto de vista la respuesta es clara: en la cúspide de la pirámide, en la dirección del PP. No los conozco a todos pero pocos –por no decir ninguno- de los que conozco parecen creer firmemente en lo que supuestamente deberían creer: de ahí los complejos, de ahí el centrismo reformista, de ahí la necesidad de suplicar por un carnet de demócratas que están convencidos sólo se expide en las sucursales de los partidos que en 1936 conformaban el Frente Popular, de ahí ese olor a admiración hacia la socialdemocracia más caduca y vacía que emana de muchos de los mensajes lanzados desde la calle Génova.

El gran drama del PP es que, tras ocho años de gobierno con más aciertos que errores, con muchos más logros que fracasos, no ha sido capaz de superar todo aquello de que España es de izquierdas. Simplemente lo ha aceptado y ha asumido su papel. De aquellas aguas vienen estos lodos.

Le daré la razón a Mister Zeta en una cosa: España se merece una derecha distinta al actual PP. No me cabe duda de que Mister Zeta y yo no coincidimos más que en el enunciado. Él piensa en una derecha que no lo sea, una derecha que rinda pleitesía a la izquierda encarnada por el PSOE y que admita sin rechistar las consignas de los verdaderos demócratas, o sea, ellos. Para Mister Zeta será radical todo aquél que no se pliegue a sus deseos, todo aquel que no comparta el único principio en el que se basa su –por llamarlo de algún modo- ideología, esto es, que el poder sólo puede ser legítimamente ostentado por la izquierda o, lo que es lo mismo, el PSOE. Y en el PP no se dan cuenta de que hagan lo que hagan siempre serán radicales ante los ojos de quien no admite la disputa por el poder. No se dan cuenta de que todo lo que no sea caer de rodillas ante el PSOE será interpretado –y adecuadamente difundido por los medios afines, es decir, todos- como la radicalización de la derecha. No se dan cuenta de que ese centro del que tanto hablan no es sino la antesala de la nada.

Y a pesar de todo, no hay otra opción que confiarles un voto que no se merecen y rezar porque algún día abran los ojos. Hay quien, desde una perspectiva absolutamente consecuente con la necesidad de que surja una nueva derecha, entiende que, visto que es imposible que la imprescindible refundación de la derecha española nazca de una victoria electoral, sería deseable la debacle del PP el próximo 9 de marzo. Yo creo que en la situación actual España precisa un cambio de Gobierno y sólo el PP es hoy alternativa. Es el mal menor, aunque no haya mal que por bien no venga.