martes, 22 de abril de 2008

Doctrinarios

Una de las frases que más me llamaron la atención de la rajoyada ilicitana, fue aquella de –cito de memoria- “éste no es un partido de doctrinarios” refiriéndose al PP. Y tanto Mariano, y tanto: el PP es un partido de sorayas y elorriagas que tienen de doctrinarios lo que tú de líder democrático y carismático.

¡Qué mal visto está eso del doctrinarismo!

Hace unos años algunos amigos tuvimos la suerte de conocer a Ángel Pérez, hoy –creo- portavoz de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Madrid. En aquellos tiempos era Diputado en el Congreso y, desde la modestia de su posición en un grupo muy pequeño, tuvo la amabilidad de echarnos una mano a muchos que pasábamos por una situación laboral, llamémosla, delicada. Curiosamente, la jugada nos la había hecho el Gobierno de Mister Zeta y tuvo que ser Izquierda Unida –que era por entonces uno de sus socios parlamentarios- quien recordara a un Gobierno dizque de izquierdas que su supuesta ideología casaba mal con el abuso de los trabajadores. No hace falta que diga que a las huestes de Mister Zeta les dio lo mismo, pero vamos, la historia fue larga y, aunque no venga a cuento recordarla hoy, sí que me ha venido a la memoria este episodio en el que un buen tipo mostró una coherencia exquisita entre lo que decía y lo que hacía y que, a cuentas de esta coherencia, nos hizo un comentario que no se me olvidará: “hoy hacen esta barbaridad y mañana, si les viene bien, vendrán a buscarnos para hacer justamente lo contrario. Y después dirán lo de siempre: que somos unos doctrinarios”. Creo que no hace falta decir que mis inclinaciones ideológicas están en las antípodas de las que defendía –y defiende- Ángel Pérez pero recuerdo que su honradez y su coherencia hicieron que lo catalogara como un hombre de bien y que hoy tenga un magnífico recuerdo de él. Y si, como le decían, era un doctrinario, bienvenido sea el doctrinarismo.

Todavía me acuerdo de otro doctrinario, Julio Anguita, y su “programa, programa, programa”. Y como me ocurre con Ángel Pérez, lo sigo considerando una persona digna de admiración y respeto con independencia del color de su doctrina. No llegó a ningún sitio cómodo y salió de la política con muy poco más de lo que tenía cuando entró, pero nadie le podrá afear su conducta. Otros como Diego López Garrido, son más ricos hoy que ayer, tienen más poder, pero nadie decente podrá evocarlos como ejemplo de nada bueno. Y sí, ya sé que de eso no se come, pero no estaría de más no olvidar que nacimos en la tierra de Calderón de la Barca y de Pedro Crespo.

La decencia y la honradez, en mi opinión, deben ser previas a las ideas. Sólo desde esa premisa cabe la defensa del bien común, pero claro, quien hace de la honradez su bandera, difícilmente puede estar en condiciones de decir hoy una cosa y mañana la contraria, de defender un trasvase allí y negarlo acá, de hablar de igualdad un día y defender las desigualdades al otro. Es muy difícil, siendo honrado, atarse a la silla del poder a cualquier precio y, claro, en un mundo en el que no existe otro horizonte que alcanzar el poder, quienes no admiten que el fin justifica los medios, tienen que ser necesariamente tachados de algo ¿De qué? Pues de qué va a ser: de doctrinarios. Porque sólo un doctrinario pondría en juego el Gobierno, el poder, por unas ideas. Y más cuando está claro que las ideas siempre terminan resultando contraproducentes para lo que de verdad importa: mandar.

De todas formas, volviendo a Rajoy, tengo que reconocer que tenía razón: el PP no es un partido de doctrinarios o, al menos, no hay muchos doctrinarios entre los que pintan algo, a no ser que alguien termine formulando la doctrina del todo por la silla, en cuyo caso, lo difícil sería encontrar alguno que no respondiera al perfil del seguidor de esta universal doctrina: el trepa sinvergüenza que vendería a su madre con tal de seguir chupando del bote sin dar un palo al agua.

Para muestra de los doctrinarios del todo por la silla –hay quien en una muestra de cinismo los llama pragmáticos- un botón. Ayer mismo, El Mundo publicó una entrevista con La Soraya en la que decía lo siguiente:

El PP es el partido que representa el centro reformista en España. El debate sobre el liberalismo o la socialdemocracia está de más. A estas alturas, con decir que somos del PP basta. Mi partido es punto de encuentro entre todas las familias. Y nunca, desde luego, de desencuentro. Somos un partido moderado, abierto e integrador.

No voy a entrar a debatir en qué consiste esa estupidez del centro reformista porque es como decir que el PP es un partido de ursulinas o carmelitas descalzas porque lo dicen sus estatutos; el papel lo aguanta todo. Pero vamos, pretender que “a estas alturas” lo único que importe sea ser del PP raya en lo ridículo ¡El ocaso de las ideologías! La única y verdadera doctrina según La Soraya es ser del PP: da igual que uno sea marxista, liberal, trotskista o nacionalista aranés porque en el PP caben todos. Bueno, todos no: no caben los doctrinarios y da igual la doctrina, porque lo importante es el carnet de afiliado. Y caerle bien a El País. De pena.

Pero tampoco hay por qué sorprenderse: las sorayas y los elorriagas son una raza que no puede resultar extraña a nadie que haya observado al PP en los últimos años. Son el tipo de políticos que producen grima porque resultan transparentes en sus objetivos: mandar, mandar y mandar y, ya de paso, vivir del trabajo de los demás. Esa es su doctrina pero, como –tristemente- es la corriente dominante, nadie les llama doctrinarios y se autoproclaman pragmáticos (debe ser por aquello de ir a lo práctico). Los doctrinarios son los otros, los que creen en algo y no están dispuestos a comulgar con ruedas de molino a cambio de privilegios, los que dicen lo que piensan y hacen lo que dicen. Esos son los doctrinarios.

Y sí, Rajoy estaba en lo cierto: su PP, el que él quiere, el PP que le pide que continúe, no es un partido de doctrinarios. Los doctrinarios o están fuera o están marginados. En el aparato, en el Polit Bureau, mandan las sorayas y los elorriagas. Gente muy práctica.

No hay comentarios: