lunes, 3 de marzo de 2008

Regeneración

Esto de escribir un blog es cansado. Hace falta una constancia de la que carezco y, sobre todo, algo de lo que escribir. Hay ocasiones en las que el tema del día te da en la nariz nada más suena el despertador. Otras, sin embargo, es necesario recurrir a las musas ajenas en vista de que las propias se han tomado un (no sé yo si) merecido descanso. Hoy mi inspiración ha surgido tras la lectura de un interesantísimo artículo de Víctor Gago en Libertad Digital en el que, a cuento del apoyo de Vargas Llosa al partido de Rosa Díez, se ocupa de la deserción del PP de la batalla ideológica. El artículo es brillante y el análisis muy acertado por lo que sólo puedo recomendar su lectura a todo el que pase por aquí.

Pese a lo atinado del artículo, Víctor Gago no aborda lo que, en mi opinión, es la consecuencia lógica de la constatación del abandono de la lucha ideológica por parte del PP: la imprescindible refundación del partido sobre unos sólidos cimientos ideológicos que le permitan encarar sin complejos una reformulación del Estado y de la sociedad. Se habla habitualmente de la derecha sin complejos y quizás sea ese el camino. Hace poco Germán Yanke en un artículo publicado en Estrella Digital ponía el dedo en la llaga: abandonada la batalla ideológica el PP “podrá, quizá, reconquistar el poder porque sus adversarios pierdan las elecciones pero, desde luego, no podrá ganarlas”. Y no hay que ser Pepiño Blanco para darse cuenta de que la actual dirección del PP no es la más adecuada para este empeño: demasiado burócrata a sueldo del partido aspirando a dar con sus suelas en la moqueta de un despacho oficial y con su trasero en el asiento homónimo de un Audi del Parque Móvil de los Ministerios. Demasiada morriña por el poder perdido como para darse cuenta de que no sólo desaprovecharon la oportunidad de continuar en la poltrona sino, lo que es más grave, perdieron la oportunidad de explicar y defender un paradigma político muy superior a la socialdemocracia al uso que sólo es comparable con la nada. ¿Dónde está el problema? Desde mi punto de vista la respuesta es clara: en la cúspide de la pirámide, en la dirección del PP. No los conozco a todos pero pocos –por no decir ninguno- de los que conozco parecen creer firmemente en lo que supuestamente deberían creer: de ahí los complejos, de ahí el centrismo reformista, de ahí la necesidad de suplicar por un carnet de demócratas que están convencidos sólo se expide en las sucursales de los partidos que en 1936 conformaban el Frente Popular, de ahí ese olor a admiración hacia la socialdemocracia más caduca y vacía que emana de muchos de los mensajes lanzados desde la calle Génova.

El gran drama del PP es que, tras ocho años de gobierno con más aciertos que errores, con muchos más logros que fracasos, no ha sido capaz de superar todo aquello de que España es de izquierdas. Simplemente lo ha aceptado y ha asumido su papel. De aquellas aguas vienen estos lodos.

Le daré la razón a Mister Zeta en una cosa: España se merece una derecha distinta al actual PP. No me cabe duda de que Mister Zeta y yo no coincidimos más que en el enunciado. Él piensa en una derecha que no lo sea, una derecha que rinda pleitesía a la izquierda encarnada por el PSOE y que admita sin rechistar las consignas de los verdaderos demócratas, o sea, ellos. Para Mister Zeta será radical todo aquél que no se pliegue a sus deseos, todo aquel que no comparta el único principio en el que se basa su –por llamarlo de algún modo- ideología, esto es, que el poder sólo puede ser legítimamente ostentado por la izquierda o, lo que es lo mismo, el PSOE. Y en el PP no se dan cuenta de que hagan lo que hagan siempre serán radicales ante los ojos de quien no admite la disputa por el poder. No se dan cuenta de que todo lo que no sea caer de rodillas ante el PSOE será interpretado –y adecuadamente difundido por los medios afines, es decir, todos- como la radicalización de la derecha. No se dan cuenta de que ese centro del que tanto hablan no es sino la antesala de la nada.

Y a pesar de todo, no hay otra opción que confiarles un voto que no se merecen y rezar porque algún día abran los ojos. Hay quien, desde una perspectiva absolutamente consecuente con la necesidad de que surja una nueva derecha, entiende que, visto que es imposible que la imprescindible refundación de la derecha española nazca de una victoria electoral, sería deseable la debacle del PP el próximo 9 de marzo. Yo creo que en la situación actual España precisa un cambio de Gobierno y sólo el PP es hoy alternativa. Es el mal menor, aunque no haya mal que por bien no venga.

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