Lo cierto es que, a pesar de que ha transcurrido muy poquito tiempo desde que empecé a escribir este blog, me siento iniciando etapa. Comencé a escribir en un momento en que todavía existía una –pequeña- esperanza de cambio y arranco hoy con el ánimo de quien ha perdido una batalla pero se siente con fuerza para continuar la guerra. Una guerra que hay que ganar y que se terminará ganando… o no. Pero que no voy a dar por perdida. Parafraseando a la insigne Maleni: antes partío, que doblao. Y por ahí irán los tiros. Es difícil ir contracorriente en una zodiac, pero sin embargo, es una buena manera de contemplar el hundimiento de un Titanic que lleva una larga temporada poniendo proa al iceberg del desastre, mientras la mayoría del pasaje baila al son de unos violines que -cree- no dejarán de sonar.
Hasta que callen definitivamente.
Han sido muchos los que desde cubierta han advertido que el rumbo del barco no es el adecuado. Muchas han sido las señales que indican que la fiesta se acabó, que hace tiempo que sólo se sirve garrafón y que, además, hasta el garrafón se está acabando. Aún así, el capitán ha sido confirmado en el puesto de mando por la mayoría del pasaje. Lo que no saben es que este capitán, a diferencia de Edward John Smith, no se hundirá con la nave: ya tiene reservados para él varios botes.
Tenemos por delante cuatro años de navegación precaria pero, al menos en mi caso, seré yo quien elija los valores y principios que me acompañen, sin más preocupación que evitar que la fuerza de succión del hundimiento arrastre mi zodiac. Y si la zodiac se escora, lo hará hacia donde yo la lleve. Sin duda lejos de cuanto apeste a socialismo o a equidistancia, porque a este que aquí escribe le repugnan una cosa y la otra.
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