jueves, 13 de marzo de 2008

Una más del Tribunal Constitucional

Están que trinan, ¿pues no va y resulta que el Tribunal Constitucional ha admitido la recusación de dos de sus miembros? Sí, sí, han admitido la recusación en el recurso contra la reforma de la Ley Orgánica del TC y todo porque tuvieron la ocurrencia de trasladar a un papel su opinión. La recusación se admite justamente por eso: porque pusieron negro sobre blanco aquello en lo que pensaban, no porque lo pensaran. A ver si me explico: que estos dos magistrados estuvieran en contra de la reforma en cuestión, no parece un inconveniente. Lo inconveniente es que vayan y lo escriban. Es decir, el prejuicio no es un obstáculo, el obstáculo está en la manifestación escrita del prejuicio. Y entiendo que esto es así porque si el prejuicio fuera un obstáculo, el TC al completo debería abstenerse en todos y cada uno de los asuntos que se le plantean en los que esté en juego el interés del Gobierno o de uno o varios partidos políticos. De todos es sabido que, en este tipo de asuntos, los magistrados del TC votan según el hierro que los marca: los de la ganadería progresista por un lado y los de la ganadería conservadora por otro. Vamos, que no andan precisamente ligeros de prejuicios. De ahí que de antemano se pueda asegurar qué va a votar cada cual antes incluso de que se haya planteado un recurso o una cuestión. Lo que diga la Constitución es lo de menos, porque ya se las arreglara la mayoría (progresista o conservadora) para que la sentencia o el auto se ajuste a lo que a su respectiva ganadería convenga, con más o menos maquillaje jurídico, pero se terminará haciendo lo que al amo interese. Por eso digo que el problema no puede ser el prejuicio. Cualquier persona medianamente informada sabe qué iban a votar los dos magistrados hoy recusados y no porque ya lo hubieran manifestado con anterioridad, ni porque resultara evidente el sentido de su voto a la vista del recurso concreto. Cualquiera lo habría sabido porque estos dos eran de la ganadería del PP y su opción de voto era clara desde que los nombraron. Y cualquiera sabe también qué van a votar los magistrados de la ganadería del PSOE, con independencia de las razones jurídicas que esgriman, que eso, como todos sabemos, es lo menos importante.

El TC es muy previsible: sus magistrados están tan marcados como la baraja de un tahúr. Constituye uno de los muchos monumentos levantados a mayor gloria de la idiocia colectiva. Esto que llaman régimen democrático, no es sino un gran constructor de monumentos a la estulticia, un creador de instituciones que no tienen más objeto que sostener la mentira sobre la que se basa el sistema y el TC es, precisamente, uno de esos monumentos, una de esas instituciones que sostienen la falsedad que nos rodea y que entre todos los parásitos del régimen alimentan. Pero, sin embargo, sus actuaciones, su desvergüenza, no han motivado el asalto del Tribunal por los damnificados (todos), como si de la Bastilla se tratara; a pesar de todo, se siguen respetando pacíficamente sus decisiones, prueba evidente de que el trabajo de destrucción de la sociedad civil, de alienación del ciudadano, ha sido el adecuado. Si no fuera así, ¿cómo es posible que todavía se mantenga en pie esa cueva de los cuarenta ladrones que es el TC? ¿Cómo es posible que se sigan acatando las decisiones de esta pandilla de sinvergüenzas con puñetas? ¿Cómo es posible que a quien critique al TC se le tache de actuar en contra de las instituciones? Las instituciones, señores, no se merecen más respeto que aquél que con el servicio a la sociedad sean capaces de ganarse y quien exige respeto a una institución corrupta participa sin duda de su propia corrupción. Ese es el problema: todos saben qué hay dentro del TC, la inmundicia que encierra, pero todos son parte de esta podredumbre y subsisten gracias a ella. El TC no es muy distinto del resto de las instituciones.


OTROSÍ DIGO. Pepiño Blanco es tan zote que ni votar sabe, mirad, mirad, no sabe ni dónde hay que meter cada sobre ¡Y este tío va a ser Ministro! Luego que digan que España no es una gran nación. Si no fuéramos una gran nación anda que íbamos a poder soportar tanto inútil mandando… ¡y durante tantos siglos! Pepiño, desgraciadamente, no es la excepción en este tierra de conejos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Del TC solo cabe decir lo que siempre se ha dicho que " Viendo la choza se ve el habarero".