miércoles, 12 de marzo de 2008

Rey puesto

La entrada de ayer comenzaba con una cita del que, en mi opinión, ha sido el político más brillante del S. XX: Winston Churchill. Y la cita era casi premonitoria: a Rajoy tendrán que matarlo más veces.

Quien ayer por la mañana era un cadáver al que ya habían aplicado la extremaunción los medios supuestamente afines, resucitó al ritmo del martilleo de los clavos que sellaban su ataúd. El Rey muerto despertó de su catalepsia y lo que ayer por la mañana eran lanzas se tornaron de nuevo cañas y la enorme desnudez del Rey se vio nuevamente cubierta con ropajes dignos de su majestad a los ojos de sus –otra vez- súbditos .

Tendrán que matarlo más veces… si se atreven. Porque si hay algo que caracteriza a la raza política es su cobardía. A moro muerto, gran lanzada. Ahora bien, si el moro vive, cuidado, cuidado, no vaya a ser que se defienda. Y en eso están. Desde que Rajoy dio signos de no dejarse enterrar, la cofradía que manda en el PP tardó segundos en gritar “¡Viva Rajoy y la madre que lo parió!” Y de nuevo un sincero “¡Que bote mariano! ¡Que bote Mariano!” pudo oírse en la calle Génova.

Es evidente que no era un problema de nuevas ideas, ni era una cuestión de que los principios e ideas que se presume inspiran al PP pudieran ser mejor defendidas por otra persona. No, era un problema puro y simple de poder. Ninguno de los que enterraban a Rajoy pretendía otra cosa que alcanzar el poder en el partido y por sus hechos los conoceremos: de cuantos ayer entendían –y expresaban por boca de sus periodistas de confianza- que Rajoy tenía que hacerse a un lado, no habrá uno solo que se enfrente al resucitado en el próximo congreso del PP. Ni uno. Todos tienen mucho que perder como para arriesgarse a derrocar al monarca... y fallar en el intento.

¡Cuánta miseria!

Y mientras tanto, Rajoy se ríe. Rey puesto.

No hay comentarios: