viernes, 22 de febrero de 2008

Jueves noche

Por cierto que fue un coñazo. Y no sé si falto al lenguaje políticamente correcto impuesto por el lobby feminista, pero lo fue de la “c” a la “o”: ¡un coñazo! Primero la entrevista de Piqueras a Mister Zeta en Telecinco que, la verdad, fue tan Zeta, que poco hay que comentar. Qué tío más pesado. Dicen en mi pueblo que cuando un burro coge una linde o revienta el burro o se acaba la linde y yo creo que Zeta juega… a reventar la linde. Es imposible escuchar algo original, algo distinto a lo que ya le hemos oído infinidad de veces a lo largo de cuatro años. No contesta a nada, no dice nada. Todo son palabras huecas pronunciadas con voz campanuda. En fin, un tostón. Me gustaba más Mister X.

Para rematar la faena, llegaron Solbes y Pizarro. Al menos aquí podía haber alguna novedad. Y nada, de nada. Hoy he leído y oído de todo: que ganó Solbes, que ganó Pizarro, que si hubo empate, que si tal y que si cual. En mi opinión, humo. Objetivamente creo que Solbes supo llevar el ¿debate? a su terreno y que Pizarro –como era de esperar- no estaba preparado para torear un morlaco con tanto resabio. Pizarro es un tipo aparentemente valioso pero con muy poquito toreado para soltarlo en una plaza como la de ayer y con un toro muy lidiado. Y se notó: se vio a un maletilla voluntarioso, con la lección leída y con más razón que acierto al exponerla. A Solbes en cambio se le veía en su salsa: aburriendo al personal con cifras y más cifras que difícilmente podían ser contestadas y que, cuando recibían respuesta, daba igual porque la mayor parte de los aficionados no entendían ni jota. Además de aburrir, las cifras tienen una cualidad adicional: parecen ciertas y son tomadas por tales por la afición propia y parte de la ajena. Si encima las expones con aire de profesor insufrible, esto es, con tono cansino y monótono, se consigue elevar el simple tostón al nivel del científico o del técnico y, en este nivel, poco tenía que hacer Pizarro. Y poco hizo.

En cualquier caso, hay que reconocer que llamar debates a una sucesión de monólogos tampoco es de recibo. Es una mala broma considerar debate a una pantomima en la que los temas se han pactado de antemano –y, por tanto, se han sustraído a la opinión pública las cuestiones que no interesaba a alguna de las partes-, que limita el tiempo dedicado a cada cuestión –y, por tanto iguala el nivel de interés por uno u otro e impne un guión previo- y en el que los contendientes no pueden actuar con naturalidad, interrumpiendo al contrario cuando fuera menester, contestando sobre la marcha las cuestiones que surgieran o mostrándose airados cuando lo estimaran oportuno.

Hay quien a esto le llama caballerosidad, a mí me parece un engaño más de la clase política. Lo malo es que no es momento para andarse tan melindroso.

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