lunes, 18 de febrero de 2008

Como en el fútbol

El pasado sábado perdió el Real Madrid. Uno es muy del Madrid y, las cosas como son, no me gusta que pierda. Aunque, la verdad, pierda o gane, ni mi vida, ni la del resto de los seguidores madridistas, se ve afectada por una (o por mil) derrota(s) del que considero mi equipo: ni se encarecen los créditos, ni sube la leche, ni la gasolina me sale más cara, ni se incrementa el desempleo, ni nada de nada. Si el Real Madrid pierde 2-1 con el Betis, a la inmensa mayoría del madridismo no le pasa nada. Algún forofo deja de cenar del disgusto y a muchos otros el lunes los recibirán con algo de chufla en sus trabajos. Pero el que decide no cenar, no lo hará porque, con la derrota de su equipo, se haya quedado sin cena, ni los que serán objeto de chanza perderán su empleo porque el Real Madrid recibiera más goles de los que fue capaz de marcar. Quizás sea por eso que los aficionados al fútbol son de un determinado equipo, haga lo que haga, juegue quien juegue. Ni Ramón Calderón, ni Capello han conseguido que yo reniegue del Real Madrid. Ni Florentino Pérez, ni la destitución de Vicente del Bosque, lograron que deseara que mi equipo perdiera un solo partido. Y los perdió, y no me pasó nada.

Si perdiera 50 euros por cada partido que no gana mi equipo y me embolsara otros 50 cada vez que ganara, otro gallo cantaría. Hoy ser del Real Madrid sería un buen negocio pero, en otras temporadas, hubiera habido mejores opciones. No creo que haya muchos aficionados al fútbol que se hubieran mantenido fieles a equipos como el Athletic de Bilbao o la Real Sociedad si, cada vez que perdían un partido, les hubieran descontado 50 euritos de su cuenta corriente. Por el contrario, las listas de nuevos aficionados al Real Madrid, al Barcelona o al Valencia habrían subido como la espuma en los últimos años y, al final de temporada, todos seríamos del campeón de liga, seguro. Pero el fútbol (afortunadamente) no es así y manda más el romanticismo, el cariño hacia los colores que elegimos siendo niños (¿qué sabría yo de fútbol con 6 años, cuando en plena época dorada de los equipos vascos, me hice del Real Madrid?).

La política española se parece bastante al fútbol. Digo más: es más fácil que alguien del Real Madrid se haga del Barcelona, a que un número importante de los votantes del PSOE (o del PP) cambien su voto. En esto del voto la fidelidad es realmente futbolera, canina, con la diferencia de que el modo de gobernar de unos u otros afecta –y de qué modo- a nuestras vidas. Todo sea dicho: más a las vidas de unos que a las de otros, pero afectar ¡vaya que si nos afecta! Que a partir del 9 de marzo gobierne el PSOE o el PP puede significar mucho para la vida corriente de muchísimos españoles. Sin embargo, tengo la impresión de que la mayor parte de los votantes siguen dando su voto a los suyos. Da igual que lo hagan bien o lo hagan mal: son los suyos y por tanto son los mejores. Que la economía está en crisis: no pasa nada, mejor que ganen los míos, si ellos nos han metido y ellos nos sacarán, ¿no? Que no llego a fin de mes: con los míos en el Gobierno se hace más llevadero, ¿no? Que se negocia con asesinos: si lo han hecho los míos, estará bien. Todo muy futbolero. Hoy por hoy: del PSOE manquepierda. Y el día que tengamos el agua al cuello: pues me quedo en casa y no voto. Pero antes muerto que votar a Rajoy. Pues vale: esto es democracia.

Y después dicen que España es de izquierdas. No, no nos engañemos. España, si es algo, es analfabeta.

El analfabetismo es muy futbolero.

1 comentario:

Mamá dijo...

Pues aquí, fíjate tú, algo discrepo. Yo creo que es más fácil que alguien cambie el voto a que cambie de equipo. Precisamente por eso, porque el cambio de voto puede ser "de castigo", pero con el cambio de equipo, nadie se enteraría. Tan sólo tus compañeros de trabajo en el café que te acusarían de traidor a tus colores. Inmensa tontería...

Sin embargo, sí que de voto hay quien cambia. Aunque te doy la razón en que son tan pocos, y tan poco analfabetos, que casi pasan desapercibidos. En general, España es de analfabetos funcionales y, efectivamente, por mal que vayan las cosas, seguirán votando a "los suyos" y siendo del mismo equipo "perdedor".