
Partiendo de este juicio, siempre he creído que en política no sólo hay que ser honesto, sino también parecerlo y, aunque injustamente señalados, ni Zaplana, ni Acebes salieron bien parados de aquella crisis. El empecinamiento en que siguieran siendo la cara visible del PP fue un grave error de cálculo y una muestra evidente de la falta de visión política de un Mariano Rajoy que no deja de cometer errores desde entonces. El último gran error fue, sin duda, la rajoyada ilicitana pero no fue menos grave señalar a sus dos lugartenientes como únicos responsables de unos resultados que al mismo tiempo calificaba como buenos. Un sinsentido. El momento de prescindir de ambos fue el 2004. Prescindir de Acebes y Zaplana en el 2008 sólo hubiera tenido sentido si el primero en salir hubiera sido el propio Rajoy, pero cada vez estoy más convencido de que a Rajoy se le ha ido la cabeza y se la terminará volando él solito. Sacar de circulación a Acebes y a Zaplana en 2004 hubiera estado justificado por una simple cuestión de imagen. Es duro que una cuestión de este tipo relegue a dos ex-Ministros que hicieron lo que pudieron en una situación crítica y a los que no les salió bien cuanto hicieron pero –me repito- no creo que actuaran nunca con mala fe. Sin embargo, prescindir de ambos, enseñarles la puerta desde el primer día después de la derrota, además de injusto –y por tanto, cruel- carece de toda lógica: primero, porque se les hace responsables de un resultado electoral del que sólo puede ser responsable Mariano Rajoy; y segundo, porque se trata de cubrir el error de su inoportuna continuidad en el 2004, con una falta de sintonía ideológica con el nuevo proyecto de Rajoy (que no del PP), de donde se extrae que el Rajoy a quien votaron más de diez millones de personas para que defendiera un determinada línea política, no es el mismo Rajoy que, tras la derrota, reniega de esa estrategia y afirma que ni esas eran sus formas, ni ese era su equipo. En definitiva, que en mi opinión, Zaplana y Acebes se debieron ir en 2004 y que, tras perder las elecciones, quien se tenía que ir era Rajoy seguido -por supuesto- de sus dos escuderos.
Llegados a este punto, cualquiera podría preguntarse a qué viene el título de esta entrada que –cierto es- poco tiene que ver con lo que he expuesto hasta ahora. Pues viene a que, manteniendo que Acebes debió haberse ido tras las elecciones de marzo de 2004, no puedo dejar de espantarme cada vez que leo y oigo lo que se viene diciendo de él. Los juicios desfavorables a su gestión y hasta a su persona, me podrían parecer justos si procedieran de alguien de conducta intachable, pero cuando se ponen en boca de los muchos que han votado a Mister Zeta y que lo vienen apoyando con fidelidad stalinista, me producen un sentimiento de rabia y de tristeza. ¿Cómo se puede tener la desvergüenza de acusar de mentiroso a Acebes después de haber votado Mister Zeta y a su séquito? ¿Cómo se puede tachar de mentiroso a alguien y votar a un partido que miente hasta en sus siglas? Es evidente que quien vota y apoya al PSOE tiene en poca estima la honorabilidad de los gobernantes, porque si no, no puede entenderse que voten a quien votan. Es indudable que quien vota a Mister Zeta tiene que tener un baremo moral simplemente inexistente, pero que achaquen a un adversario político una conducta que es la norma en sus propias huestes, resulta simplemente repugnante. Que desde el partido que tiene en sus filas –¡y como Ministro del Interior!- al portavoz del Gobierno de los GAL, al mayor mentiroso y manipulador que yo pueda recordar, se atreva alguien a mencionar la mentira, produce vergüenza. Que quienes apoyan al partido que negaba la crisis económica antes de las elecciones, se atrevan a tachar alguien de mentiroso, es absolutamente increíble. Que desde el partido de Mister Zeta, que ha hecho de la mentira y de la propaganda sus más poderosas armas, se llame a Acebes mentiroso, es simplemente lamentable. Y lo es porque deja a los españoles como colectivo a la altura de su moral y a la altura (mejor, la bajura) de sus gobernantes.
Pero no sólo es que puedan llamar mentiroso a Acebes –que lo hacen-, sino que pueden hacerlo sin el más tímido asomo de rubor. Saben que a ellos las mentiras les salen gratis porque los suyos jamás les afearan su conducta hipócrita y obscena. Saben que hagan lo que hagan los suyos estarán ahí, apoyándolos, a ver si les cae algo, con esa eterna cantinela del “yo haría lo mismo”. Con crisis económica o sin ella, con trasvases o con conducciones urgentes de agua, con corrupción o con mucha más corrupción, con mentiras o con mucha más mentira, con Ministros y con Ministras. Porque su motivación no es un Gobierno de personas honradas, sino un Gobierno del PSOE. Porque su estilo de vida es el como sea. Porque ellos sí se merecen un Gobierno que les mienta si quien miente es de los suyos. Porque ellos no tienen moral y están orgullosos de ello.
Porque ellos cardan la lana.
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